El recinto de Dalt Vila, el poblado fenicio de Sa Caleta y las praderas marinas de posidonia son algunas de las joyas que atesora la isla blanca
Bajo la denominación “Ibiza, Biodiversidad y Cultura”, la Unesco inscribió en 1999 algunos bienes culturales y naturales de la isla como Patrimonio de la Humanidad. Un reconocimiento a la importancia de la huella histórica dejada por fenicios, cartagineses y hombres del Renacimiento, así como de un ecosistema marino esencial del Mediterráneo, las praderas de Posidonia oceanica, planta que cubre los fondos marinos de Ibiza y ofrece refugio y alimento a numerosas especies.
Uno de los tesoros protegidos es el recinto amurallado de Dalt Vila que corona la ciudad de Ibiza, considerado la fortaleza costera mejor conservada del Mediterráneo. La declaración incluye los antiguos barrios situados a los pies de las murallas, La Marina, Sa Penya y Es Soto, un entramado de calles estrechas junto al puerto donde han recalado navegantes, comerciantes y artistas de todos los tiempos; también se incluyen los antiguos huertos de Ses Feixes, junto a la ciudad, y la necrópolis de Puig des Molins, enorme cementerio de la Antigüedad. Y al conjunto cultural se suma el poblado fenicio de Sa Caleta, primer enclave fundado por los fenicios en Ibiza.
Dalt Vila es la ciudad amurallada que se ha convertido en emblema de Ibiza. Su trama urbana forma un laberinto de calles estrechas, callejones y pequeñas plazas que se adaptan al terreno. Preserva edificios que constituyen verdaderos hitos arquitectónicos, como la Catedral de Santa Maria, el Castillo, la Casa de la Cúria o la sede de la Universitat, antiguo órgano de gobierno local, hoy ocupada por el Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera. Las murallas se construyeron en el siglo XVI, una obra ejecutada por ingenieros italianos que se convirtió en modelo de fortaleza abaluartada para todo el Mediterráneo.
A los pies de Dalt Vila se extienden los barrios de La Marina, Sa Penya y Es Soto, habitados en sus orígenes por pescadores y marineros y hoy repletos de comercios, bares y restaurantes. Y hacia el oeste se sitúa la necrópolis del Puig des Molins, cementerio de la antigua Ebusus —como llamaron a Ibiza los fenicios— utilizado hasta época romana. La zona arqueológica conserva casi toda la necrópolis cartaginesa, y se visita junto con el magnífico museo que expone objetos hallados en las tumbas.
Otro de los bienes declarados Patrimonio Mundial es el poblado fenicio de Sa Caleta, situado en una pequeña península al sur de Ibiza. Es el núcleo urbano más antiguo de la isla, del siglo VIII aC, habitado por gentes procedentes de la Península Ibérica que años después se trasladaron a la bahía de Ibiza para fundar la ciudad actual.
Y bajo el mar se encuentran las praderas de Posidonia oceanica protegidas por la Unesco, que cubren gran parte de los fondos de la isla, y son responsables de la oxigenación y transparencia de las aguas.
Una casa de autor en la Ibiza turística
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Un establecimiento rural de época púnico-romana
Un yacimiento arqueológico fundamental para conocer la colonización fenicia
El puig des Molins fue el cementerio de la ciudad de Ibiza a lo largo de la Antigüedad
Dalt Vila es el corazón de la ciudad, albergando los edificios más representativos del poder político, religioso y comercial
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