El canto que se interpreta en la Nochebuena mallorquina es uno de los protagonistas de estos días de celebración en la isla
Declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en el año 2010, el Cant de la Sibil·la, un canto de origen medieval y de melodía gregoriana, llegó a Mallorca de la mano de Jaime I “El Conquistador” para convertirse en la tradición más singular de la Navidad.
El 24 de diciembre un canto enmudece a los asistentes a las tradicionales Matines (Misa del Gallo) mallorquinas. Se trata del Cant de la Sibil·la, un canto de origen medieval que tan solo ha sobrevivido al paso de los años en Mallorca y L’Alguer.
Introducido en la isla mayor de las Baleares después de la Conquista de Jaime I, profetiza la llegada del Redentor y del Juicio Final. La que probablemente sea la tradición navideña más antigua y característica de Mallorca, se entona sin acompañamiento instrumental, exceptuando los preludios entre estrofa y estrofa. A pesar de que inicialmente se cantaba en latín, a partir de finales del s. XIV ya hay documentadas las primeras versiones en lengua catalana. La melodía, de origen medieval, se ha visto transformada y adaptada a lo largo de los siglos a causa de su transmisión por tradición oral hasta prácticamente hasta nuestros días.
Protagonizada por una única persona, ésta viste con una túnica, a veces bordada en el cuello y en la parte inferior, acompañada habitualmente por una capa. El imponente vestuario se complementa con una espada que mantiene suspendida delante de la cara y con la que, una vez finalizado el acto, forma una cruz.
El personaje de la Sibil·la representa a las pitonisas cuyos libros proféticos eran consultados en el mundo antiguo para conocer el futuro de una comunidad. El cristianismo adoptó este personaje y lo incorporó como un elemento más de la liturgia navideña.
El Cant de la Sibil·la emociona cada Nochebuena en prácticamente la totalidad de los municipios de Mallorca, siendo las Matines más concurridas y de mayor tradición las que se celebran en el Santuario de Lluc y la Catedral de Palma.
No es de extrañar que, aclamado como uno de los fenómenos más singulares y relevantes de la historia musical mallorquina por la convergencia de tradición popular y música culta, haya sido declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO desde el año 2010.
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