Recorre la costa del municipio más grande de Menorca por el Camí de Cavalls
Día 1: Punta Nati - Ciutadella
Comenzamos nuestra aventura en Punta Nati, donde la piedra cobra vida en un paisaje agreste y sorprendentemente bello. El terreno es mayormente plano, pero no te confíes: caminarás sobre un manto de roca que parece fundirse con el mar. Los pequeños canales que serpentean hacia la costa son testigos mudos de la fuerza del agua, que ha esculpido este rincón de la isla a lo largo de milenios.
A tan solo unos pasos del inicio, te toparás con una joya escondida: el géiser marino de Sa Torre Vella. Este agujero en la roca, de 38 metros de profundidad, esconde un espectáculo natural único. El aire sube desde las profundidades y, si las olas lo permiten, lanza salpicaduras de agua hacia el cielo. Ojo al acercarte, porque no lo verás hasta que estés justo encima. Es una sorpresa que la naturaleza nos ofrece a los que somos lo suficientemente curiosos para descubrirla.
En esta primera etapa, te sumergirás en la llamada "Menorca seca", un paisaje dominado por la piedra calcárea y el viento de tramontana, que azota sin piedad, especialmente en invierno. Aquí, la vegetación es escasa, pero si afinas la vista, podrás encontrar la alcaparra, una planta resistente que brota con el calor del verano. Sus capullos y frutos, las alcaparras y alcaparrones, son un tesoro gastronómico que aporta un toque mediterráneo a cualquier plato.
No te sorprendas si te cruzas con algún rebaño de ovejas menorquinas. Con su lana blanca y rizada, parecen camuflarse perfectamente entre los tonos ocres del paisaje. Estas ovejas están adaptadas al clima riguroso de Menorca y son un símbolo de la isla. Aunque se las cría principalmente por su carne, la leche que producen también es valorada por su calidad y con la que elaboran el delicioso queso de oveja.
A medida que avanzas, el camino te llevará a calas escondidas, como la Cala des Corbetar. Desde aquí, podrás admirar el impresionante Pont den Gil, un puente de roca natural que parece flotar sobre el mar. La erosión ha trabajado aquí de manera magistral, creando un arco perfecto. Justo al lado, se esconde una cueva de unos 300 metros de profundidad, que espera ser explorada.
La última parte de la etapa discurre por carreteras asfaltadas, bordeando la costa y adentrándote en la urbanización turística de Cala en Blanes. Aunque el entorno se vuelve más urbano, el encanto de Menorca sigue presente en cada rincón. Tras 5 kilómetros, llegarás al puerto de Ciutadella, donde el mar y la historia se entrelazan en un abrazo eterno. ¡La aventura no ha hecho más que empezar!
Día 2: Ciutadella - Cap d’Artrutx
El segundo día de nuestra ruta nos lleva desde el corazón de Ciutadella hasta el extremo sur de la costa oeste, en Cap d'Artrutx. Un trayecto sereno y casi plano, donde la compañía constante del mar será tu aliada mientras exploras los rincones más auténticos de la isla.
La jornada comienza en el puerto de Ciutadella, donde el bullicio matutino da paso a un caminar tranquilo por las calles de esta ciudad histórica. El asfalto te guiará durante los primeros kilómetros, pero no te preocupes, el mar siempre estará a tu lado. A los dos kilómetros, te adentrarás en la urbanización de Sa Caleta, un rincón turístico que guarda un pedazo de historia en la Torre des Castellar, una antigua torre de vigilancia costera del siglo XVIII. Desde aquí, las vistas son impresionantes, un recordatorio de la conexión inquebrantable entre la tierra y el mar en Menorca.
Un poco más adelante, llegarás a Cala Santandria, una cala estrecha y profunda que parece un pequeño paraíso escondido. Con más de 500 metros de longitud, esta cala acoge dos playas de arena blanca y aguas cristalinas, ideales para una pausa refrescante. A pesar de estar en una zona turística, Cala Santandria conserva un ambiente familiar y relajado, perfecto para disfrutar de la tranquilidad que tanto buscamos.
El camino sigue su curso junto al mar hasta llegar a Cala Blanca, donde el contraste entre los acantilados y la fina arena blanca crea una postal perfecta. Esta cala, rodeada de una exuberante vegetación dunar, te ofrece un vistazo al pasado de Menorca con los restos de una naveta de habitación, construida durante el periodo pretalayótico. Aquí, los primeros asentamientos humanos dejaron su huella, y tú podrás sentir la historia bajo tus pies mientras avanzas.
Dejamos el asfalto y nos adentramos en un sendero donde el mar comienza a mostrar su mejor cara: un color turquesa que hipnotiza. A lo largo del recorrido, la diversidad paisajística de Menorca se despliega ante ti, con arbustos endémicos como los socarrells, que salpican el paisaje con su verdor resistente. Si tienes la suerte de caminar por aquí en primavera, las orquídeas en flor serán las protagonistas, con sus colores vibrantes y su delicada belleza.
A medida que avanzas, el camino te llevará por la estepa salina mediterránea, un hábitat único en la isla, donde las plantas luchan contra la salinidad para sobrevivir. Este paisaje, aunque menos común que en otras partes de Baleares, es un testimonio de la adaptabilidad de la vida en las costas de la isla.
Finalmente, llegarás a la urbanización turística de Cap d'Artrutx, donde el mar vuelve a reclamar su lugar protagónico en el horizonte. Aquí termina nuestro segundo día por la costa de Ciutadella. ¡El camino todavía tiene mucho por ofrecer!
Día 3: Cap d’Artrutx - Cala en Turqueta
En esta tercera jornada, la ruta nos lleva a descubrir el extremo más occidental de la costa sur de Menorca, un tramo de gran belleza en el que la serenidad del mar y el suave perfil del terreno hacen que recorrerlo sea un placer para los sentidos.
Partimos desde el Cap d'Artrutx, donde se alza imponente su faro, uno de los más singulares de las Islas Baleares. Desde aquí, el camino nos lleva a través de la urbanización de Cala en Bosch, una cala familiar que dispone de todos los servicios. Junto a la playa, encontramos un pequeño puerto deportivo que dispone de un singular canal de entrada para barcos y una amplia oferta de ocio y restauración.
Unos minutos más adelante, llegamos a las calas de Son Xoriguer, un conjunto de pequeñas playas que combinan zonas de arena blanca y fina con otras más rocosas e íntimas. Este lugar marca el final de la zona urbanizada de Ciutadella y da paso a un tramo de costa más salvaje y menos desarrollado. Aquí, la naturaleza comienza a tomar el protagonismo absoluto.
Al dejar atrás Son Xoriguer, el paisaje se transforma. Nos encontramos con amplios roquedales litorales que se alternan con suaves depresiones, formando pequeñas calas escondidas y prácticamente desiertas a lo largo del recorrido. La vegetación dunar es abundante en estas playas, agregando un toque verde al entorno rocoso. El camino, aunque pedregoso, es fácil de seguir y siempre se mantiene cerca del mar, ofreciéndonos momentos de silencio evocador que invitan a la contemplación.
Pronto llegamos a las playas de Son Saura, un conjunto de dos playas vírgenes. Este es el arenal más amplio de la costa sur de Ciutadella. La primera, Es Banyul, está precedida por un pintoresco pinar con una zona de picnic, ideal para un descanso en plena naturaleza. La segunda, Bellavista, se extiende con su sistema dunar y una zona húmeda en la parte posterior, conocida como el Prat de Bellavista, que sirve de refugio para numerosas aves acuáticas.
Siguiendo el camino, nos encontramos con Es Talaier, una joya escondida entre pinos y rocas. Esta pequeña playa virgen, con aguas cristalinas y de una transparencia sorprendente, es un verdadero paraíso. Su nombre proviene de la atalaya de Artrutx, una torre de vigilancia del siglo XVII que antaño protegía la costa de posibles incursiones marítimas.
Finalmente, el día concluye en la famosa Cala en Turqueta, donde el paisaje cambia una vez más. Aquí, los bosques de encinas comienzan a aparecer, protegiendo los barrancos que desembocan en el mar. Junto a las encinas, el acebuche, que crece en los suelos más pobres y pedregosos cercanos a la costa, se mezcla con aladiernos, lentiscos y esparragueras, creando un mosaico de verdor que nos acompañará a lo largo del recorrido.
En esta etapa nos hemos metido de lleno en la Menorca calcárea, la parte de Menorca más joven, geológicamente hablando, y la más popular para los turistas. Pero todavía nos queda recorrer el tramo que nos llevará hasta Cala Galdana.
Día 4: Cala en Turqueta - Cala Galdana
En este cuarto y último día de nuestra ruta, nos adentramos en el tramo más diverso de la costa sur de Menorca. Aquí la presencia de barrancos es más abundante respecto de los anteriores tramos. Estos impresionantes cortes verticales serán nuestros compañeros de viaje y nos ofrecerán una enorme variedad de paisajes, alternándose zonas más áridas con frondosos bosques que, en caso de hacer la ruta en verano, nos servirán de refugio del calor.
Así, pasarás por zonas más secas, donde la vegetación lucha por sobrevivir y luego por áreas sombrías y húmedas, resguardadas del viento, donde los bosques de encinas y acebuches cobran vida. Aquí, no es raro cruzarse con alguna tortuga mediterránea, una especie que ha encontrado en los barrancos del sur de Menorca su hogar perfecto. Observa con calma, porque estos pequeños habitantes son un testimonio viviente de la rica biodiversidad de la isla.
Siguiendo el camino, llegamos a una de las joyas de Menorca: Cala Macarelleta. Esta cala, junto con su hermana mayor, Cala Macarella, es una de las más fotografiadas y admiradas de la isla. Sus aguas cristalinas, la arena blanca y los acantilados cubiertos de pinos que abrazan el mar crean un paisaje idílico, un rincón de ensueño en pleno Mediterráneo. Aquí notarás la presencia de posidonia seca en la orilla, una planta marina endémica del Mediterráneo que cumple una función vital en la protección de la costa frente a la erosión y es un indicador de la excelente calidad del agua.
Cala Macarella no solo deslumbra por su belleza natural, sino también por su historia. En sus alrededores, encontramos un grupo de cuevas artificiales utilizadas como necrópolis en la época talayótica. Este tipo de enterramientos era muy común en la prehistoria menorquina, y visitar estos lugares nos invita a conectar con las raíces más antiguas de la isla.
Continuamos por los senderos que se abren paso por el bosque típico mediterráneo,, avanzando hacia el este hasta alcanzar la majestuosa Cala Galdana. Esta cala, situada ya en el inicio del término municipal de Ferreries, es un espectáculo natural: un enorme arenal en forma de concha, rodeado de pinos y protegido por imponentes acantilados. Su belleza incomparable y sus aguas cristalinas de poca profundidad la han convertido en una de las playas familiares más populares. Comprobarás que aquí el turismo ha dejado su huella, pero la magia del lugar permanece intacta.
Al fondo de la playa, la necrópolis de Cala Galdana nos recuerda una vez más la rica historia de la isla. Estas cuevas artificiales fueron en su origen lugares de enterramiento en la época talayótica, aunque hoy se usan como viviendas para pescadores o veraneantes.
Y tras cuatro días de recorrer el Camí de Cavalls, llegamos al final de nuestra aventura. Hemos caminado por los paisajes más espectaculares de Menorca, desde las rocas escarpadas del norte hasta las suaves playas del sur, siempre con el mar como fiel compañero. Cada paso nos ha acercado un poco más a la esencia de esta isla mágica, donde la naturaleza, la historia y la tranquilidad se combinan para ofrecer una experiencia única.
Illes Balears Auténticas y Sostenibles