Ingrediente fundamental del pa amb oli
Atados en ristras, los tomates de ramallet son uno de los tesoros de la huerta mallorquina. Su sabor y aroma tan característicos le convierten en una de las variedades autóctonas más apreciadas de la isla.
El tomate de ramallet forma parte de la estampa doméstica de los mallorquines. Se trata de una variedad autóctona de Mallorca y la única que permite su consumo incluso en invierno. Tras su cosecha, los tomate se enfilan en cuerdas y se cuelgan del techo, sobre cañizo o en cajones. Le caracterizan su color rojo anaranjado y su generosidad en la pulpa, lo que permite su uso con el pan.
Y es que el tomate de ramallet es el ingrediente fundamental para el pa amb oli, una de las instituciones gastronómicas de Mallorca. La rebanada de pan moreno, tostada o no, según gustos, se frota con el tomate, que descarga toda su pulpa y sabor. Luego, aceite de oliva extra y unos granos de sal. No hace falta más para saborear el plato más simple y sabroso de la cocina mallorquina. Aunque se puede coronar con lonchas de queso y embutidos para terminar de redondear la receta.
El tomate de ramallet se cultiva con otras variedades de tomate que se consumen en el momento de la recolección. Los huertos se pueblan de estructuras de caña, que permiten que la tomatera trepe hacia el cielo. Banyalbufar fue uno de esos pueblos que vivió el esplendor del tomate de ramallet y que se reivindica como cuna de esta hortaliza. De hecho, en los años 30 lo convirtió en la población con mayor renta per cápita de la isla por su cultivo.
Esta variedad está tan extendida en Mallorca se puede adquirir en mercados, fruterías y cualquier establecimiento de alimentación, ya sean sueltos o prendidos en cuerdas.
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