La vuelta a Mallorca en barco es un plan único para conocer de cerca el lado más auténtico de la isla
Nuestra ruta en barco alrededor de la isla de Mallorca comienza en la capital y es que, si bien son diversos los puertos desde los que podemos aventurarnos a vivir esta singladura, nada mejor que elegir el Real Club Náutico de Palma, con sus accesos y sus servicios, como punto de partida para estos cinco días de navegación. ¿Nuestro primer destino? Cala Figuera, uno de los enclaves más bonitos del sureste de la isla.
Tras dejar atrás la Seu, su paseo marítimo y la vista general del exclusivo barrio de Dalt Murada en el municipio de Palma, tomaremos rumbo sur para navegar las cuarenta y dos millas náuticas (unos sesenta y ocho kilómetros) que separan la capital balear del idílico puerto de Cala Figuera. Un primer tramo que, con unos vientos estables de entre seis y ocho nudos, nos llevarán algo más de catorce horas de viaje.
Una vez que superamos la línea recta virtual de costa que une el puerto palmesano con el de Can Pastilla y con las azules aguas de Cala Blava, la ruta marítima se vuelve especialmente bonita regalándonos panorámicas únicas como las de Cala Pi, con su particular estrechez y sus aguas de tonos verdosos, o las de la impresionante playa de El Trenc. Para disfrutar como toca de la belleza natural de esta zona, nada mejor que hacer una breve parada en la que aprovecharemos para comer.
Con la Colonia de Sant Jordi a estribor y con esos nudos adicionales que nos regala la brisa del embat (ese viento que procede del propio mar) continuaremos nuestra ruta rumbo al sureste de Mallorca, bordeando la azules aguas de Cala l'Almonia y Cala Llombards y dejando atrás la vista del archipiélago de Cabrera.
Una forma rocosa característica (similar a la forma de una Y) nos da la bienvenida al puerto de Cala Figuera. Una zona de amarres tranquila y realmente bonita en la que repostar, disfrutar de una reconfortante ducha calentita y comer alguno de los platos de pescado fresco de los que hacen gala los restaurantes de la zona.
Punto de partida de excepción de nuestro primer día de ruta en alta mar, Cala Figuera da los buenos días a sus habitantes con una paz sobrecogedora y con una naturaleza que luce especialmente bonita con las primeras luces del alba. A esa hora, y con la calma del mar como testigo, comenzaremos la segunda fase de nuestro viaje alrededor de Mallorca. Una ruta de unas cuarenta y nueve millas náuticas (unos setenta y ocho kilómetros) que nos llevarán del parque de Mondragó al norte de la isla, concretamente a la Colònia de Sant Pere.
Tras dejar atrás Cala Figuera y disfrutar de una visual del parque natural de Mondragó, aprovecharemos los amables vientos del sur para poner rumbo a una de la zonas costeras más bonitas de la isla: Las idílicas y turquesas calas del este. Además de poder ver de cerca puntos de inconmensurable belleza como Cala d'Or, Cales de Mallorca o Cala Romàntica, entre muchas otras, en esta segunda fase de nuestras singladura disfrutaremos como nunca de la navegación al abrigo de las costas de Cala Rajada y Cala Mesquida, zona, esta última, en la que podremos hacer una parada de rigor para hacer una comida en alta mar con vistas.
Superada la curvatura de Cap Farrutx y de sus acantilados y tras muchas horas de travesía con viento variable, tomaremos contacto por primera vez con el norte de la isla y con áreas tan bonitas como la de Betlem, un litoral marítimo que en otro tiempo fue el hogar de las muchas focas monje que acudían a nuestra isla.
Con la calma de la tarde y gracias a esos nudos que nos regala la corriente mediterránea, pondremos rumbo a la Colònia de Sant Pere, un puerto auténtico que será perfecto para disfrutar del descanso y de la mejor gastronomía mallorquina.
Tras dos días intensos de navegación por las costas sur y este de la isla, os planteamos un tercer día algo más liviano en lo que a millas se refiere pero igualmente apasionante. Con un recorrido de poco más de veinte millas náuticas (unos treinta y ocho kilómetros), el ecuador de nuestra singladura nos llevará de la Colònia de Sant Pere al espectacular puerto de Pollença, uno de los más bonitos de nuestra geografía y un lugar al que merece la pena llegar a buena hora.
Para evitar que los vientos que caracterizan el norte nos obliguen a modificar nuestros planes iniciales, os recomendamos cubrir este tramo de forma cercana a la costa. De este modo, además de viajar con garantías de que llegaremos a la hora prevista, podremos disfrutar de la vista de zonas naturales tan bonitas como las de Son Serra de Marina, Can Picafort o la playa de Muro, famosa por sus aguas azul caribe.
Las horas de navegación hasta llegar a la bahía de Alcúdia nos dejarán momentos de auténtica vela y es que, al tratarse de una zona con viento moderado, serán muchas las maniobras que nos veremos obligados a hacer y otros tantos los cambios de vela. ¿Objetivo? Plantar cara al dios Eolo y cubrir con maestría el cabo que separa esta bahía de nuestro próximo destino: la bahía de Pollença.
Con un entorno que responde de manera fiel a la forma y carácter del norte de Mallorca, el puerto de Pollença es un lugar excepcional para hacer escala y para disfrutar del descanso de la noche. Su bonito paseo marítimo, su indiscutible belleza natural y su oferta gastronómica lo convierten en uno los destinos favoritos de todos aquellos que visitan la isla.
Uno de los principales atractivos de la vuelta en barco a Mallorca es vivir de cerca y desde el mar la magia indiscutible de la sierra de Tramuntana, declarada paisaje cultural por la UNESCO. Patrimonio de la humanidad, es una ruta marítima que se prolonga a lo largo de cuarenta y una millas náuticas (unos sesenta y siete kilómetros), que se traducirá en algo más de diez horas de travesía y que tendrá como punto final el idílico puerto de Sóller, uno de los más bonitos del territorio mallorquín.
Teniendo en cuenta que el área del cabo de Formentor es una de las que mayores picos de viento registra y conscientes de que las rachas del norte pueden llegar a ser intensas, nada mejor que estudiar la previsión meteorológica con calma y detalle.
Una vez que tengamos clara la dirección del viento, así como los posibles cambios de vela que nos acompañarán en nuestra ruta, pondremos rumbo al cabo de Formentor. Esta zona, una de las más atractivas de Mallorca, nos regala estampas únicas en las que no faltan acantilados de cientos de metros ni tampoco las aguas azul turquesa más bonitas.
Sorteados los salientes rocosos de nuestro principal cabo y tras divisar el núcleo urbano de Cala Sant Vicenç, entraremos en una línea recta de navegación de la que disfrutaremos hasta llegar a nuestro punto de escala en este cuarto día de singladura. ¿El punto más destacado en la recta final de esta ruta? Sin lugar a dudas, la imagen que el mar nos regala de La Calobra, una de las zonas más bonitas de Mallorca.
Tras disfrutar de las estampas naturales que nos regala la zona (y por qué no, de un almuerzo con vistas) pondremos rumbo al puerto de Sóller, una localización de la que apenas nos separarán quince kilómetros. Un puerto amable y tranquilo localizado en una bahía cerrada en la que apenas hay viento ni corrientes y que será perfecto para descansar.
Nuestro último día de singladura por las aguas de Mallorca comienza en Sóller y tiene como punto final el puerto de Palma. Una ruta larga (la más larga de nuestro programa) en la que tendremos que cubrir más de cincuenta millas náuticas (unos ochenta y cinco kilómetros) y que nos llevará a disfrutar de la costa oeste de Mallorca.
Comenzamos este último día de navegación dejando atrás el bonito puerto de Sóller para seguir el rumbo de Cala Deià, del puerto del Canonge (en Valldemossa) y de Banyalbufar, tres de los puntos más destacados de nuestra sierra de Tramuntana. Así, con sus grandes acantilados a estribor y con las aguas mediterráneas del oeste mallorquín como testigo, llegaremos a la isla de La Dragonera para continuar la ruta hasta las bahías de Andratx y de Calvià.
La recta final de nuestra vuelta a Mallorca comenzará oficialmente una vez que superemos las pequeñas y encantadoras islas Malgrats (localizadas junto al impresionante Port Adriano). Y es que desde este punto apenas quedarán doce millas náuticas por cubrir. ¿Lo mejor? Las tranquilas aguas de la zona.
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