El producto local de las Islas Baleares, mejor y más sostenible

Las almendras mallorquinas, el queso con denominación de origen Mahón-Menorca, las hierbas ibicencas o la sal líquida de Formentera... La lista de productos únicos y de proximidad que se elaboran en las Islas Baleares es enorme y nos hablan de cultura, de un saber hacer y una tradición que ha pervivido durante siglos. 

Ya sean productos frescos del mar y de la tierra o bien elaboraciones artesanales, la gastronomía del archipiélago es también parte de su paisaje y está íntimamente relacionada con los recursos disponibles, las estaciones, la historia y las tradiciones de cada isla. Muchos de los productos están protegidos bajo denominaciones de origen, indicaciones geográficas o marcas de garantía que certifican la calidad y la frescura de los frutos de la tierra de las Islas Baleares. Y muchos de ellos os sorprenderán.  

De hecho, Mallorca es mucho más que sobrasada y ensaimada. Es también aceite de oliva de montaña, deliciosas naranjas, exquisitas almendras y, especialmente, tierra de vinos. En la isla existen más de un centenar de bodegas, muchas de ellas ecológicas, dos Indicaciones Geográficas Protegidas (Vi de la Terra de Mallorca y Vi de la Terra Serra de Tramuntana - Costa Nord) y dos denominaciones de origen propias: Binissalem y Pla i Llevant. La mayor de las Baleares se enorgullece de una tradición culinaria arraigada en la autenticidad, de la conexión con el mar y la tierra, donde cada bocado cuenta una historia de sabor y tradición.

En Menorca la buena mesa está de moda. La isla ofrece exquisiteces culinarias gracias a una materia prima de extraordinaria calidad que crece en una Reserva de Biosfera. Más allá de los productos internacionalmente conocidos, como el queso Mahón-Menorca o el Gin Xoriguer, Menorca también produce miel, cervezas artesanas, deliciosos vinos, aceite de oliva e, incluso, una delicatessen difícil de encontrar: aceite de acebuchina. La repostería menorquina merece una mención especial: no os podéis ir sin probar los crespells, formatjades o la coca de sobrasada con azúcar. 

El sabor del Mediterráneo se concentra, como el buen perfume, en Ibiza. La isla ofrece una experiencia gastronómica única, fusionando la calidad de sus ingredientes locales con recetas que nos hablan del placer de la buena mesa compartida con familia y amigos. Ibiza es tierra de vinos mediterráneos, de aceite de oliva virgen extra y de hierbas anisadas emblemáticas. Postres como el flaó, pastel de queso y hierbabuena, representan su herencia cultural. Además, productos certificados como el cordero, la miel y la agricultura ecológica muestran un compromiso con la sostenibilidad y la preservación del entorno. 

Formentera y el slow food van de la mano. Su producto local es un ejemplo inspirador de cómo la creatividad puede ser el motor que impulsa la sostenibilidad en un entorno donde los recursos son limitados. Así, su cocina aprovecha al máximo los productos de la tierra y del mar. En un lugar destacado, se encuentra el peix sec (pescado seco), una antigua práctica de los pescadores de Formentera para conservar el pescado durante más tiempo y que se ha convertido en un atractivo gastronómico de la isla. Otros tesoros culinarios son la sal líquida de Formentera, la miel, de calidad excelente, los higos secos, un básico de las despensas locales o el queso fresco de leche de cabra y oveja. 

Las Islas Baleares son mucho más que destinos turísticos, son un paraíso gastronómico donde la calidad del producto local y la sostenibilidad nos hablan del paisaje mediterráneo. Cada aroma, color y sabor nos cuenta una historia de tradición, respeto y amor por el entorno. ¿Te atreves a probarnos?