El Cant de la Sibil·la, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, es uno de los principales atractivos de estas fiestas
La Navidad mallorquina se caracteriza por su marcado carácter familiar y por la presencia de elementos propios vestigios de un sentido pasado de connotaciones cristianas. Durante esos días, aparte de disfrutar de una tradicional gastronomía, es posible pasear por los mercadillos navideños y visitar los belenes que, año tras año, maravillan a todos sus visitantes.
Las fiestas navideñas aterrizan en Mallorca bajo el suave invierno mediterráneo que, junto a la iluminación y la decoración de calles y plazas, invita al paseo más allá de la puesta de sol. El encendido de las luces de Navidad en Palma a finales de noviembre da el pistoletazo de salida a estas fechas tan señaladas. Y es que desde los primeros días de diciembre se pueden visitar algunos espectaculares belenes en iglesias, ayuntamientos o centros comerciales y pasear por los tradicionales mercadillos navideños en las que es posible comprar figuritas de belenes, artesanía mallorquina y/o repostería procedente de conventos y monasterios de la isla.
A diferencia de otras zonas del territorio español, la cena de Nochebuena no tiene mucho protagonismo. El día 24 de diciembre el Cant de la Sibil·la enmudece a los asistentes a las tradicionales Matines (Misa del Gallo). Declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en el año 2010, emociona cada Nochebuena (Nit de Nadal ) en prácticamente la totalidad de los municipios de Mallorca, siendo las Matines más concurridas las que se celebran en el Santuario de Lluc y la Catedral de Palma. Tras la misa, las familias se reúnen para degustar un chocolate a la taza acompañado de ensaimada o coca de patata.
Sin embargo, el día de Navidad se erige como la fiesta religiosa y familiar por excelencia, siendo la sopa rellena, el cochinillo o el turrón artesanal tres de los platos estrella de la comida. El 26 de diciembre, la Segona Festa de Nadal, es festivo en Mallorca fruto de una asentada tradición catalana.
Por su parte, en el día de San Silvestre, los deportistas pueden despedir el año participando en algunas de las carreras que tienen lugar. Por la noche, es posible escoger entre una amplia oferta de restaurantes, hoteles y salas de fiesta o seguir las doce campanadas en la Plaza de Cort, o en las diversas plazas amenizadas con música. Asimismo, en Palma el día 31 de diciembre, coincide con la conmemoración de la entrada del rey Jaime I en la ciudad, la conocida como Festa de l’Estendart, cuyos actos se desarrollan a lo largo de toda la mañana.
Finalmente, el día cinco de enero, víspera de Reyes, las cabalgatas de los Reyes Magos se convierten en las protagonistas de la noche más mágica del año para los más pequeños de la casa. Algunas de estas cabalgatas, que acostumbran a finalizar su recorrido con castillos de fuegos artificiales, tienen una tradición centenaria, como la de Palma con unos 200 años de antigüedad.
El canto ancestral de la Nochebuena mallorquina
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