Cuando el verano pasa y el otoño hace acto de presencia, Mallorca muda la piel y te ofrece un territorio lleno de paz y naturaleza en el que vivir unos días únicos
De todos los destinos que dan forma a nuestra geografía nacional, la isla de Mallorca es uno de los que luce igual de bonito en todas las estaciones del año. Paisajística, natural, histórica y altamente cultural, la mayor de Baleares es un lugar que muda la piel cuando el verano llega a su fin y que se presenta al visitante con una versión totalmente nueva, única y encantadora.
En esta ruta de cuatro días te proponemos conocer la isla en su estado más puro y acceder a los puntos de interés sin tener que hacer colas para disfrutar de cada paisaje sin ser víctima del bullicio y pasar a formar parte de la que es, sin duda, la auténtica isla de la calma. Antes de cubrir los angostos caminos de la Tramuntana y de vivir la magia de los puertos mallorquines te recomendamos que exprimas la magia de la capital al máximo en este primer día. Un primer día completo disfrutando de la quintaesencia de Palma.
Cuando las primeras luces del alba comienzan a hacer acto de presencia, la ciudad se despierta para impregnar cada rincón y cada plaza con un envolvente y más que sugerente olor a café. Por sus escenarios dignos de película y con una gastronomía que es única en el mundo, se entiende que sean muchos los que dicen que “una cosa es desayunar sin más y otra muy diferente es desayunar en Mallorca”. ¿Objetivo? Disfrutar de un desayuno de reyes con sabor cien por cien mallorquín.
Aunque cafés en los que disfrutar de un desayuno hay muchos para elegir, nada mejor que dar los buenos días al mundo entero con un desayuno en alguna de las cafeterías que encontrarás en la plaza de Santa Eulàlia. Ubicada a menos de cincuenta metros de la mítica plaça de Cort (aquella en la que queda ubicada el olivo milenario y el Ayuntamiento de la ciudad), esta plaza es famosa por una belleza natural cuyo origen reside en su imponente iglesia gótica.
En esta zona, además de disfrutar de un desayuno a base de zumo de naranjas de Sóller, café y llonguets con tomate y aceite, el pan tradicional de la capital, podrás vivir de cerca el auténtico ritmo de los habitantes de Palma. Ejecutivos que van a sus lugares de trabajo, pequeños que se dirigen al cole, tiendas con siglos de historia que levantan sus barreras y algún que otro grupo de turistas que, embelesados, caminan por cada calle.
Amanecer en el casco histórico de Palma es ideal para recorrer todo aquello que en verano está masificado pero que en otoño se presenta para ti y solo para ti. ¿Una ruta perfecta? Comenzar con un paseo por las calles comerciales colindantes (Sant Miquel y Jaume II), seguir con un rápido vistazo a los recibidores del Ayuntamiento de Palma y del Consell de Mallorca para continuar por el palacio March y por la Almudaina hasta llegar al punto más bonito de la ciudad, nuestra Catedral.
Si bien se trata de uno de los puntos de interés más demandados por los miles y miles de turistas que visitan la isla en los meses de verano, la Catedral en otoño se convierte en un tesoro que merece la pena descubrir con calma, con cariño y con tiempo. Te recomendamos que inviertas al menos un par de horas para conocerla de cerca y para apreciar la belleza de sus rosetones y de sus capillas.
Con los niveles de paz y de espiritualidad al máximo, nuestra recomendación pasa por disfrutar de la magia del Parc de la Mar, un inmenso lago artificial que se encuentra entre la Catedral y la bahía de Palma en el que, además de disfrutar de un paseo encantador, podrás hacer panorámicas realmente bonitas. ¿Lo mejor de su ubicación? Su cercanía con otros puntos de obligada visita como el barrio de la Lonja o el paseo de Sagrera, dos zonas a las que llegarás en menos de diez minutos.
Que Palma vive de cara al mar es un hecho más que evidente y eso es algo que se nota en el ritmo de vida, en la gastronomía y, cómo no, en el carácter. Para descubrir esa unión perfecta entre la capital gótica del Mediterráneo y el Mediterráneo habrá que tomar rumbo este para llegar al que es, sin duda, uno de los barrios más bonitos de la ciudad: el barrio del Portitxol.
Marinero y auténtico a más no poder, el Portitxol, con sus llaüts y sus marineros tejiendo redes, es un barrio realmente bonito, lleno de casitas bajas, de sabor local y de terrazas en las que hacer un vermú, una caña o en las que probar algún dulce local. ¿Lo mejor? Su tranquilidad en los meses de otoño, y es que conseguir una mesa en primera línea de mar en los meses de verano es algo más que una proeza.
Con más de seiscientos kilómetros de costa, Mallorca es un destino estrella para los cientos de cruceros que eligen la isla y toda una referencia para aquellos que gustan de viajar con su velero o con su barco a motor. Esta realidad hace que en la isla sean muchos los puertos que cobran sentido. Unas instalaciones que en verano reciben el ir y venir de los turistas y que en otoño se presentan igual de vivas pero mucho (muchísimo) más bonitas.
¿Qué te parece disfrutar de un segundo día por nuestra isla de la calma con una ruta por los puertos deportivos más destacados de Mallorca? Toma nota y apunta el rumbo: dirección suroeste y en línea recta. ¿Estás listo? ¡Pues a disfrutar!
La primera parada en esta ruta por los puertos del suroeste de Mallorca comienza en el puerto de Portals, un puerto conocido en todo el mundo y que queda ubicado a unos ocho kilómetros de Palma. Su entrada señorial es una antesala de lo que te vas a encontrar: un puerto deportivo lleno de encanto que nada tiene que envidiar a las marinas de Cagliari (en Cerdeña) o Mónaco.
Además de poder pasear con total tranquilidad por los pantalanes en los que quedan amarrados los yates más impresionantes, el de Portals es un puerto lleno de ritmo, sí, también en los meses otoñales, en el que siempre hay mercadillos o conciertos y en el que no faltan terrazas para comer o tomar un café. ¿Que eres amante de la moda internacional? Buenas noticias para ti, ya que entre las tiendas de su boulevard destacan firmas como Versace, Just Cavalli o Blue Marin.
Tras disfrutar de esta visita, te proponemos conocer Port Adriano, el puerto revelación de la isla, el más exclusivo y también uno de los más bonitos de nuestra geografía. Para llegar bastará con que vuelvas a tomar la autovía Palma-Andratx para coger la salida de El Toro. Allí, a menos de cinco kilómetros en línea recta, comenzarás a ver de nuevo el mar y el camino que baja a la zona del puerto y de la nueva marina.
Llegar a Port Adriano es algo así como visitar un pequeño mundo paralelo y lleno de vida. Un lugar en el que disfrutar de los rayos del sol del otoño (en su playita de aguas azul turquesa), en el que reservar clases de buceo con botella y en el que la gastronomía es toda una referencia, así que no lo dudes: a la hora de comer toca elegir restaurante de pescado fresco en Port Adriano.
Más allá de todo lo que muestra la orilla principal del puerto (la más antigua), Port Adriano es la base de la marina más importante de Europa. Creada y construida recientemente por Philippe Stark, esta marina, una de las más modernas del mundo, tiene como fin dar cabida a los yates de gran eslora.
La situación geográfica de la isla y el hecho de que en los meses de otoño el sol se ponga a partir de las 17.30 horas serán dos excusas perfectas para ver atardecer en este punto de Mallorca. Aunque se puede disfrutar de la caída del sol en el propio puerto, nada mejor que buscar el mirador natural de las islas Malgrats para ver unas puestas de sol de cine.
En este paseo que te llevará por los puertos más exclusivos de Mallorca no puede faltar la ruta por el puerto de Andratx, uno de los puertos más frecuentados por las celebrities más respetadas del mundo. Más allá de pasear por el puerto al caer la noche, puedes llevarte al paladar todo lo mejor de su esencia mediterránea con una cena de nivel en algunos de sus restaurantes a pie de mar. ¿Uno de los más destacados? El reputado restaurante Rocamar.
Ya sea de dos, de tres o de cuatro días, ningún viaje a Mallorca debería llegar a su fin sin antes haber visto de cerca las bondades de nuestra bellísima Serra de Tramuntana. Declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO, la Tramuntana es un lugar en el que perderse y encontrarse y en el que descubrir toda la pureza vegetal y animal de la isla balear.
Aunque muchos optan por conocerla en coche y con una ruta que suele comenzar en Esporles y que tiene como fin el puerto de Sóller, te proponemos conocer la auténtica Tramuntana a pie, con una mochila y siguiendo algunos de los senderos más populares con la tranquilidad que caracteriza las rutas senderistas en los meses otoñales. ¿La ruta que te proponemos? Cubrir la Tramuntana desde Deià hasta el refugio de Cala Muleta, una de las rutas estrella dentro del conjunto de todas las que conforman el recorrido de la Pedra en Sec.
Considerado uno de los pueblos más bonitos, puros y auténticos de todos los que toman la Serra de Tramuntana como base, Deià es el punto de partida de esta ruta senderista de cuatro horas (y algo más de diez kilómetros) que discurre por el borde directo de nuestra sierra.
Bien abrigado, con unas buenas botas de montaña y con las baterías de tu cámara de fotos al máximo nivel, puedes comenzar la ruta dejando atrás el pueblo de Deià para ir en busca de su bonita cala. Una primera parada a la que llegarás por el Camí dels Ribassos y tras superar una pendiente de inclinación considerable y que merece realmente la pena visitar, disfrutar y fotografiar.
Tras retroceder unos cien metros y volver al camino original de la ruta GR211 (no temas perderte, ya que toda la ruta está perfectamente señalizada), puedes retomar la caminata montañosa rumbo al caserío de Son Coll y a La Font de les Mentides. Desde este punto y a través de tranquilos y frondosos senderos llegarás a las que son dos de las zonas más bonitas de esta ruta senderista: La Plana y La Era de Can Prohom, dos puntos que te mostrarán toda la grandeza del valle de Sóller con el imponente Penyal del Migdia como guinda del pastel.
En este punto de la ruta ya estarás en suelo municipal de Sóller, algo que salta a la vista en un simple vistazo a las bellísimas propiedades de piedra que te encontrarás a tu paso (como las de Son Mico). Siguiendo el camino hacia la urbanización Béns d'Avall llegarás en pocos minutos al refugio de Muleta, tu destino final.
Más allá de nuestro paisaje y de nuestra gastronomía, Mallorca es industria textil y zapatera y buena fe de ello dan localidades como Inca, el punto de partida de nuestro último camino secreto por la isla de la calma. Ubicada a treinta kilómetros de Palma, Inca es un auténtico templo zapatero en el que conocer los nuevos modelos de temporada y en el que comprar (casi) a precio de coste. Un territorio en el que disfrutar de una ruta de compras por marcas como Camper, Lottusse o Bestard en la que no tendrás que lidiar con las colas ni con el bullicio en las tiendas y talleres.
Disfrutar de una ruta de tiendas por Inca, con desayuno incluido en su popular plaza de Espanya, es un plan ideal que puedes combinar con una ruta con rumbo al norte de la isla y es que Inca, el tercer pueblo más grande de Mallorca, es la antesala a los principales puntos de interés del norte de Mallorca. Puntos como Pollença, Alcúdia y, cómo no, el increíble cabo de Formentor.
Mirando de frente a la vecina isla de Menorca, el cabo de Formentor es otro de esos destinos que luce especialmente bonito y tranquilo en los meses otoñales. ¿Cómo llegar hasta él? Bastará con que sigas la autovía general (dejando Inca a tus espaldas) rumbo a La Pobla para luego tomar el desvío de la carretera MA2000 con dirección al puerto de Pollença.
Si bien puedes invertir unas horas en caminar por el bonito puerto del pueblo de Pollença, no dejes pasar la ocasión de ver y vivir la magia del cabo de Formentor. Sí, incluso aunque la subida en coche sea algo tediosa por su estrechez y sus curvas.
Illes Balears Auténticas y Sostenibles