San Antonio, San Sebastián, La Beata o los Correfocs son solo algunos ejemplos de la influencia de ambos elementos en la cultura de Mallorca
El fuego y los demonios se alzan como los principales protagonistas de muchas de las festividades con más arraigo del folclore mallorquín. En poblaciones como Sa Pobla, Santa Margalida o Palma, su presencia define su propia naturaleza cultural.
Si hay dos símbolos primigenios en la cultura de Mallorca, éstos son el fuego y el demonio. Su importancia se nutre de las raíces cristianas y agrícolas de la sociedad isleña de ayer y hoy, ambos elementos se dan la mano en las fiestas más importantes. San Antonio o San Sebastián son dos de las festividades más representativas de esta unión.
Cada 16 y 17 de enero, San Antonio tiene como punto de partida uno de los momentos más esperados: la salida de los demonios, la cual marca el arranque de la Revetlla de Sant Antoni el día 16. Acompañados por la música tradicional, danzan alrededor de los foguerons (hogueras) en cada rincón de municipios como Sa Pobla, Manacor o Artà. Durante esta celebración es posible degustar productos típicos como la sobrassada o los botifarrons al son de las ximbombes (zambombas) y las glosses (glosas). Días más tarde, durante la Revetlla de Sant Sebastià el día 19 de enero, los foguerons vuelven a arder, en este caso, especialmente en Palma, entre espectáculos de música en directo.
No obstante, la figura del demonio no solo protagoniza algunas de las celebraciones más arraigadas del invierno mallorquín. Las Fiestas de La Beata de Santa Margalida o el Ball dels Cossiers de Montuïri cuentan, también, con la presencia de este querido personaje. En el caso de La Beata, cada primer domingo de septiembre, ellos son los encargados de intentar arrebatar las jarras de barro que los payeses portan en la denominada “procesión más típica de Mallorca” con la finalidad de romperlas estrepitosamente a los pies de la joven que interpreta a la Beata.
Sin embargo, sería injusto no dar cabida en este repaso a los espectáculos de los Correfocs, que aúnan la magia de los fuegos artificiales, los demonios, la música de los tambores y, como no podía ser de otra manera, el fuego. Muchos son los pueblos que amenizan sus fiestas con las actuaciones de las numerosas colles de dimonis (agrupaciones de demonios) de alrededor de la isla. Palma en San Sebastián y San Juan, Sa Pobla en San Antonio o Binissalem en San Jaime y las Fiestas de Sa Vermada son algunas de las citas en las que se puede disfrutar de los colores y los sonidos más característicos de la cultura mallorquina.
El embutido más clásico
Los demonios y el fuego conquistan Palma
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