La seña de identidad de una tierra de agricultores
Extensos campos de patatas dan la bienvenida a todo el que visita Sa Pobla. Este municipio mallorquín, situado al nordeste de la isla, presume de una tierra fértil que regala toda clase de productos de huerta, arroz bombeta o pobler y, por encima de todo, patata, su gran estandarte.
La patata llegó a la isla a finales del siglo XVI, adaptándose rápidamente a su entorno. En 1924 saldrían los primeros cargamentos, rumbo a Inglaterra, de este tubérculo de Sa Pobla. Arrancaba la aventura exportadora que a día de hoy se mantiene, ya que buena parte de la producción de este cultivo se dedica al mercado internacional. Se trata, principalmente, de la variedad Maris Peer, una patata temprana de pequeño tamaño que conquista mesas de países como Inglaterra, Escandinavia, Polonia, Alemania...
Pero no son solo extranjeros quienes disfrutan de este producto de primera calidad. Aquí también saben reconocer lo que es bueno. Y, con una tierra tan agradecida, no es de extrañar que la cocina de Sa Pobla sea una de las más aplaudidas de toda la isla. No son pocos los cellers (restaurantes de cocina tradicional) de la zona que incluyen con orgullo sus patatas en recetas típicas como el frit o el tumbet.
Otra excelente forma de degustar la gastronomía local es acercarse a la Feria Nocturna de la Patata, una convocatoria anual que suele celebrarse a principios de junio, y que convierte a la Plaça Major del municipio en un gran escaparate en el que bares y restaurantes muestran las posibilidades culinarias de su producto por excelencia.
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