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  • Un destino para brindar por el éxito

    La primavera y el otoño son épocas de congresos y ferias en Mallorca, uniendo ocio y negocio

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La primavera y el otoño son épocas de congresos y ferias en Mallorca, uniendo ocio y negocio

Día 1: Terapia antiestrés en el Mediterráneo

Ajuntament de CortCatedral

Palma es una ciudad que ofrece múltiples posibilidades de ocio y negocio durante todo el año. Pero es en primavera cuando la capital de Mallorca despierta con brío para acoger algunos de los congresos, conferencias, ferias y reuniones de negocios más importantes de todo tipo de sectores. Si estás entre la lista de asistentes, prepárate para descubrir una urbe capaz de sorprender hasta a los más viajados. Una ciudad en la que dejar de lado el estrés y dejarse mimar.

La ciudad amanece temprano, con el sol suave de los primeros días de la primavera y el Mediterráneo en calma. Si aprovechas para levantarte con tiempo, acércate a su zona más marinera: el Portixol. Situado junto a la principal playa urbana de Palma, este barrio tradicional marinero se ha convertido en un punto de encuentro único para disfrutar de las mañanas con calma.

Por el paseo marítimo que dibuja su perfil podrás practicar deporte al aire libre junto al mar (cross, footing, yoga, ciclismo…) y, ya de regreso, detente en una de las terrazas que hay a lo largo del camino. Si quieres probar el desayuno típico, atrévete con un café, un zumo natural y un panecillo de sobrasada o queso mahonés: tendrás energía más que suficiente para afrontar con una sonrisa todos los retos que te imponga el día.

Desde el Portixol estarás a un paso del Palacio de Congresos de Palma, el principal centro destinado a albergar congresos, ferias y encuentros empresariales de la capital mallorquina. Sus instalaciones, completamente nuevas, pueden acoger todo tipo de eventos, públicos y privados, y sus conexiones son excelentes, tanto con el resto de la isla, como con el aeropuerto, a solo diez minutos en coche por autopista.

Después de dedicarte en cuerpo y alma al motivo principal de tu viaje a Mallorca, aprovecha para pasar por el hotel y, si aún brilla en el cielo el sol de la tarde, acércate a una playa a darte el primer baño del año en el Mediterráneo. En primavera, sobre todo ya hacia los meses de mayo y junio, las aguas comienzan a templarse y los arenales cercanos al centro de la ciudad todavía están semivacíos, con el ambiente ideal para desconectar y descansar.

En la zona de Illetes en el lado oeste de Palma, más allá de la zona del centro comercial Porto Pi y de Marivent, encontrarás calas típicamente mallorquinas, enmarcadas en pequeños acantilados de roca, fondos de arena límpidos y con aguas cristalinas de un impresionante color azul turquesa.

Al lado contrario de la bahía, más allá de la Platja de Palma y El Arenal —ya en el término municipal de Llucmajor—, te aguardan un puñado de calas escondidas, las preferidas por los locales: Son Verí, Cala Blava y Bellavista. Son pequeñas zonas de baño que miran a mar abierto y cuyo suelo es prácticamente todo de roca. La ventaja es que en ellas, incluso en pleno mes de agosto, el mar está impecable y no hay una alta ocupación.

Tras el chapuzón, toca volver al hotel y prepararse para disfrutar de lo que nos ofrece la isla más allá de su gran capital. Las rutas de enoturismo más selectas te esperan en la zona de Binissalem, el pueblo de los vinos de Mallorca por excelencia. Encontrarás algunas de las bodegas más famosas de la isla y conocerás cómo se cultivan los viñedos en esta isla del Mediterráneo.

La mayoría de bodegas en Mallorca cuentan con zonas abiertas al público en las que organizan catas, con tapas y a veces incluso con pequeñas actuaciones de música en directo. Otras tienen ya diseñadas rutas guiadas por los viñedos y por las zonas de producción de los caldos mallorquines. Asimismo, el mundo del vino en la isla está muy ligado al arte y el mecenazgo, por lo que es probable que te sorprendas con muestras de arte contemporáneo local en las paredes de las bodegas, en las barricas y en sus salas de visitas.

Antes de regresar, aprovecha que ya estás fuera de la ciudad para cenar en un restaurante tradicional, propio del rural mallorquín, algún plato clásico acompañado de un vino autóctono y disfrutando del ambiente local. En este primer día, lo mejor es reservarse y no prolongar demasiado la noche. Mañana promete ser intenso y te quedan mil planes por delante para sacarle el máximo partido a tu estancia en la isla.


Día 2: Museos, compras, gastronomía y noches sin fin

ShoppingPortitxol

La mañana en Palma te sorprenderá con bullicio en las calles desde primera hora, sobre todo si estás entre semana o en sábado. Es este día el más interesante para conocer las rutinas de esta capital mediterránea. Podrás empezar por desayunar en alguna cafetería del entorno de la calle de Sant Miquel, la plaça Major, la del Ayuntamiento (Cort) o en la zona del Born. Aquí es donde se ubica una de las cafeterías históricas de Palma, ciudad siempre llena de locales: el Bar Bosch, en la plaza de Joan Carles I (la plaza de las Tortugas). Famoso por sus mini panecillos calientes y por tener una terraza que está abierta prácticamente todos los días del año, es el punto ideal para sentarse a tomar un café y ver pasar a la gente.

Muy cerca de allí puedes elegir entre dos de los centros de arte y exposiciones más interesantes de Palma. Justo enfrente está el Casal Solleric, de gestión municipal; y detrás, en calle de la Unió, en el espectacular edificio del Palacio Weyler, el Caixaforum, que acoge muestras de todo tipo de arte y cuenta con una tienda de recuerdos llena de objetos de diseño para llevarse como souvenir. Si te animas a hacer un recorrido más amplio, baja por el paseo del Born, cruza la plaza de la Llotja y sube a la muralla donde se encuentra el Museo de Arte Contemporáneo de Es Baluard. Además de exposiciones de todos los estilos y talleres, encontrarás una cafetería con increíbles vistas al Real Club Náutico de Palma.

De una a otra sala de exposiciones, aprovecha para curiosear en las tiendas que se abren a tu paso. Esta zona, junto con la calle de Jaume III, es una de las que concentra las boutiques con las marcas de moda internacionales más exclusivas de la ciudad. Asimismo, si subes desde la zona del paseo del Born hacia Jaume II y la calle de Sant Miquel encontrarás en las callejuelas de toda esta zona comercios de toda la vida y tiendas especializadas en producto artesanal hecho en Mallorca, desde zapatos hasta cerámica y camisetas de moda.

Una vez que hayas llegado a Sant Miquel, acércate al mercado de El Olivar, el más selecto mercado municipal de todos los que hay en Palma donde, además de poder comprar productos frescos de la huerta, el mar y las granjas mallorquinas, tendrás la posibilidad de compartir con los locales el vermut y las cañas del mediodía. Dentro del mismo mercado, en sus esquinas encontrarás dos tabernas con las tapas típicas de Mallorca como el pica-pica, las patatas alioli, los calamares a la romana, la ensaladilla rusa y las aceitunas. También hay un puesto de sushi y un restaurante que te da la opción de cocinar al momento aquello que tú elijas y compres en el mercado.

Si eres aficionado a los mercados gastronómicos y buscas algo con más diversidad, en el barrio de El Escorxador, subiendo desde el centro por la calle de Blanquerna hasta donde se encuentra el Cine Ciutat (antiguos Cines Renoir), en lo que era el antiguo matadero de Palma ahora está el mercado de Sant  Joan, un espacio en el que confluyen puestos de cocinas de todo tipo y de todos los continentes. Las noches entre semana está abarrotado, tanto en su interior como en sus terrazas, y los sábados celebra el vermut, con ambiente animado hasta bien pasada la tarde.

Pero si lo que quieres es aprovechar el centro histórico para hacer un poco de turismo y luego disfrutar de las noches de Mallorca más divertidas, pon rumbo a Santa Catalina. Ubicado un poco más allá del Museo de Es Baluard, al otro lado del parque de La Faxina, este es el barrio de moda para tomar algo por la tarde, salir de vermut los sábados, cenar con los amigos o en pareja y bailar hasta el amanecer. Cafés modernos decorados con estilo, bares de copas de primera hora, su propio mercado tradicional con puestos de gastronomía, restaurantes de todos los puntos del mundo, discotecas con conciertos en directo y disc-jocheys… Santa Catalina es pura diversión y es también la puerta al Marítimo, otra de las zonas de marcha de Palma, donde podrás vivir una noche sin fin.



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